Alrededor de los 24 meses, el niño aparece ante el espejo, gesticula, hace muecas, mueve la cabeza, habla, canta, luego se va, desaparece. Este juego se repite varias veces.
Ha memorizado lo que la madre hizo sobre su cuna: ella aparece, sonríe, habla y el bebé se apropia de esta imagen y luego desaparece.
Frente al espejo, representa la imagen que se apropió, luego desaparece y vuelve a reproducir esta imagen. <<Así pues, es precisamente en relación con la madre que el niño reaparece ante el espejo y luego desaparece.>>
Pero gesticulando ante el espejo, vive sensaciones cinestésicas visuales, auditivas, se apropia de la imagen de su cuerpo independientemente de la imagen de la madre que está en él.
Él es él, pero ¿qué quedará de la imagen de la madre que está en él? ¿Y para nosotros qué pasa con la imagen del otro que está en nosotros? Se plantea el problema de la identidad. Esa persona que fue uno mismo con el otro comienza a manifestarse, a sentirse, a formarse, a mirarse distinto ante el espejo.
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